Ven siéntate junto a mí, déjame que te diga, o mejor espérate,
que estas palabras han de ser eternas, espera que las escriba.
Ven y acompáñame, compañera inseparable, acerca ese oído tan
fiel, que hoy voy a contarte, te debo tanto como se lo debo a la vida, bien
sabes que te he esperado, a pesar de que tu vuelta signifique el dolor del alma
herida.
Y es que ni tu sabor a hiel, ni el silencio que me guardas,
ni esa compañía que a veces pesa como la vida en mi espalda, nada hará que te
olvide, nada hará que te niegue, tú me conoces mejor que nadie, y jamás me destruiste,
a pesar de que puedes.
Tú me has visto crecer y en mis peores momentos has estado
conmigo, y has sido mi única compañera cuando más he deseado el olvido, incluso
has sabido estar ahí, cuando me fallaban todos mis amigos. Has pasado conmigo
cada mañana que nacía sin amanecer, has sabido guardar en silencio uno tras
otro cada triste atardecer, estuviste ahí cada noche sin estrellas, incluso supiste
estar a la altura, cuando más que a ti, la deseaba a ella.
Tengo tanto por agradecerte, que no se si mi propia vida será
suficiente, no se si podré agradecerte ese silencio que supiste guardar cuando
llore tanto, aquel día de lluvia, cuando ambos despedíamos a nuestro gato.
Por eso, te pido perdón por cada vez que te he maldecido con
odio, porque siempre que he estado solo, has sido mi único apoyo, te pido perdón
por todas las noches que en tu compañía he pensado en ella, porque bien sabe
todo mi amor, que tú me serás fiel mi vida entera. Te pido perdón por cada vez
que no estuviste, y no supe echarte de menos, por cada sonrisa que regalé,
cuando no necesitaba de tu consuelo, por cada día que pude despreciarte, cuando
estuve tan acompañado, sin saber ingenuo, que tarde o temprano cuando estuviese
solo, tú volverías a estar a mi lado.
Te doy las gracias, por todas esas veces que me llenaste de
perspectiva, por ser la mejor compañía y mi mejor amiga, agradeceré siempre que
hayas sido mi apoyo y mi consuelo, cada vez que claudiqué ante la realidad o el
amor, y me tocó levantarme de nuevo.
Has llenado tantas noches vacías, ha sido tan valiosa tu
compañía, has hecho tanto por mí, que no se si sabré compensártelo algún día,
tantas veces te rechacé y hoy vuelves a estar a mí lado, tantas veces me deje
caer en los brazos de otra mujer, que aun no se como me has perdonado.
Tú que me aceptas sin juzgarme, tú que me acompañas sin ningún
reproche, tú que siempre sabes esperarme, tú que me acompañas fiel día y noche,
tú que llenas aquello que vacía otra, tú que cuidas cada parte de mí, que hoy
esta rota, tú que eres compañera
incondicional, sea en las victorias o en las derrotas, tú que sabes estar ahí,
como no sabría estarlo cualquier otra.
Por eso, déjame que me desnude ante ti, como lo he hecho con
otras mujeres, escucha esto que he llegado a sentir, hoy que incondicional
vuelves. Déjame que te vuelva a pedir perdón, por si algún día por otra mujer
vuelvo a abandonarte, porque se que cuando decida volver, estarás ahí para
esperarme.
Porque cuando alguna mujer o amigo me falle, se que tú no lo
harás, porque nadie en esta vida me será tan fiel, como MI SOLEDAD.