Playa

Playa

27 de noviembre de 2011

Invisible


Me levanto, me lavo la cara y busco en el espejo mi rostro, y una vez más al no verme caigo y me desplomo, vuelvo a salir sin piel a la calle, siendo un hombre invisible aunque pueda verme alguien, nos cruzamos en el ascensor como si nada, llamas a tu planta, pero a mi me ignoras, sin saber si en mi vida subes o bajas.
Sales dejando la estancia inundada con tu esencia, y en un impulso por sobrevivir respiro tu perfume llenándome de paciencia.
Acaba la jornada formal y ni siquiera me has visto, a veces pienso que quien roba tus mirada debes ser además de afortunado, muy listo, porque yo que me considero alguien inteligente, veo a diario como para ti me vuelvo un ser indiferente, me frustra y como buen luchador sigo adelante, aunque no sabes lo que daría por que la palabra “nuestro” encontrase su instante.
Pasan las horas y mi cabeza no deja de pensar el motivo, de que yo te piense a todas horas, y tú no lo hagas ni un solo segundo conmigo, me pregunto, hasta que de bruces me doy con la respuesta, encuentro el motivo en ese joven que en la parada del autobús te besa, y miro con ojo despechado y cierta envidia, a ese chaval con el que compartes tu vida, pero lejos de ser subjetivo me doy cuenta de que no tengo nada que envidiar, y de nuevo me inunda esa pregunta que no me puedo explicar, que motivo es ese que hace que me ignores, puedo entender que te comprometas aunque por ello llores, puedo entender que lo quieras, aunque a veces te supere el deseo y más que a mi lo ignores, pero no me puedo explicar que me arrojes al rincón de tu ignorancia, ¿acaso no soy el mismo que cuando estás triste intenta hacerte gracia?, ¿acaso no nos hemos escondido juntos tras los coches?, para cuchichear sobre eso que llaman amor cuando compartíamos alguna tarde o noche, ¿acaso no soy yo quien valora cada uno de tus abrazos?, ese que cuando necesitas que alguien te escuche es el primero en hacerte caso, dime preciosa que no te he mostrado algo precioso cantando en directo, dime que no mereció la pena que compartiésemos aquel concierto.
Pero te entiendo, quizás porque te siento cerca, porque esa conformidad no hay momento en el día en el que la comprenda, pero acepto que no todo el mundo está preparado para darlo todo en el camino, conozco mucha gente que se deja arrastrar por la corriente en busca del prometido destino, y por eso ni te culpo ni te guardo rencor, solo te diré que como el mío no has sentido otro calor.
Y a pesar de mis palabras, todo sigue y todo marcha, unos se besan y se juran amor eterno por vigésima tercera vez y otros viven esperando ese amor que les vuelva hacer creer, sin conformarse, soportando la cruda soledad, supongo que por eso tantas parejas se hunden en la conformidad.
Por eso después de un tiempo descubrí cual era el problema de que no me veas, no soy yo el que soy invisible, es tu venda la única culpable de tu ceguera, aunque no te culpo por vivir en un mundo oscuro, uno no sabe quitarse la venda hasta que es suficientemente maduro, y si algo tiene ese que hoy te besa, es que tiene mucho miedo en el corazón y pocos recursos en la cabeza, de ahí que en cuanto me acerco a ti, enseñe los dientes como una hiena hambrienta.
Así aquí seguiré ignorado, viendo como malgastas la única vida que tienes con el miedoso que tienes a tu lado, sabiendo que todo lo que yo viví, es más de lo que tú tendrás habiéndote conformado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario