Playa

Playa

3 de agosto de 2011

Amnesia

Desperté vacío de recuerdos, completamente lleno de nada, el más absoluto silencio inundó mi cabeza, y por más que lo intenté alrededor no encontraba las respuestas.

Solo sentía cierto miedo a lo desconocido, pero noté un carácter valiente que como a los recuerdos mandaba el miedo al olvido, estaba en una burbuja que flotaba en el centro de un lago, mire desesperado sin encontrar a nadie por ningún lado. Pensando, pensé, llegar hasta la orilla, y como si de una orden se tratase la burbuja me llevo solita, me dejo caer, como lo haría una madre con su bebe, baje de aquella esfera segura, si saber lo que me esperaba, toda una aventura.

Comencé a caminar y fue entonces cuando noté las cicatrices, tenia los tobillos marcados y heridos y no era por un esguince. Avanzaba con los pies llenos de cosquillas, hacia tiempo que no notaba esa sensación en la vida, era la hierba de punta acariciándome las plantas de los pies, motivo que me hacia reír una y otra vez.

Anduve caminando por unos paisajes preciosos, propios solo de la naturaleza más exquisita, a lo lejos observe que el cielo se volvía nuboso, acompañando aquella ciudad de casitas.

Estaba perdido, o mejor dicho a mi aquello no me sonaba, aun así era feliz y en aquel instante nada me agobiaba, caminé y caminé hasta que mis pies notaron el calor del asfalto, una negativa sensación me recorrió y sentí la necesidad de zapatos.

De repente una bella mujer se me acercaba sonriente, no había visto sonrisa más bonita, aunque siguen siendo solo dientes, me abraza efusiva y me pregunta dónde había estado metido, yo sin saber que contestarle me fijaba en lo guapa que estaba con aquel vestido, juntos caminamos mientras ella me guiaba, poco a poco nos adentrábamos en el centro de la ciudad y el sol nos abandonaba, seguía sin recordar pero no me sentía tan a gusto, mientras más me adentraba más me inundaba esa sensación como la de después de un susto.

Aun así confiaba en aquella mujer ciegamente y al final terminamos por encontrar un grupo de gente, todos parecían conocerme aunque yo no los identificaba, y fue entonces cuando todos me brindaron esa ayuda tan deseada, al parecer yo estaba confundido, ellos me lo aclararían ya que decían ser mis amigos.

Y uno a uno, aunque a veces con alboroto me cuentan quien soy, algunos más que hechos contaban la opinión que tenían de mi hoy, hora tras hora mi sonrisa se borraba de mi rostro, una sensación de tristeza y decepción me inundaba poco a poco, yo miraba a mi alrededor y solo veía mujeres bonitas y buenas personas, pero conforme hablaban el encanto se perdía como el Madrid con el Barcelona.

Llego un momento que todos hablaban a la vez, momento que aproveché y desconecté, noté como una lágrima caía por mi mejilla, mientras ataba los cabos de mi vida, no me sentía bien, y tenia muchas dudas, solo pensaba que esta vida era muy dura.

Cuando salía de aquella burbuja me sentía el hombre más feliz del mundo, y sin embargo entre mis amigos habían acabado con eso en un segundo, apenas escuchaba buenos recuerdos, oía solo criticas y malos momentos, me sentía un desgraciado, que clase de vida había vivido y quienes eran esos mierdas que tenia a mi lado.

Y volví a derramar más lágrimas casi sin inmutarme, quería volver a la burbuja y alejarme, quería volver a ser aquel desconocido que disfrutaba de los pies y la hierba, quería que la sonrisa por ver a la niña guapa del vestido volviera, quería sonreír como lo hacia ella cuando vino a buscarme y me regalo aquel abrazo, quería salir de allí sin a lo que escuchaba hacerle caso.

Y sin pensármelo me di la vuelta aunque seguía descalzo, mientras todos se preguntaban dónde iba, a lo que yo respondía "¡PASO!", abandoné aquella ciudad nublada sin creerme muy bien todo lo que me habían contado, aunque en el fondo de mi ser sabia que era mi peor pasado.

Volví a abandonar el asfalto, con una sensación más repugnante que el asco, regrese a esos caminos llenos de naturaleza, donde vació de recuerdos me hacia cosquillas la hierba, volví a caminar notando todas aquellas felices sensaciones, tarareando y recordando pequeñas y sencillas canciones.

Caminé y caminé, hasta volver de nuevo al lago, y llamé desde la orilla la burbuja aunque no me hizo ni caso, me concentré en llamarla con todas mis fuerzas, pero las voces de aquella gente inundaban mi cabeza, todos describían como era, todo criticaban lo que había hecho, y a mi aquellas historias seguían sin dejarme satisfecho.

Pensando y pensando, en aquella orilla me quede dormido, para que a la mañana siguiente me despertase a lengüetazos un precioso ser vivo, era una cría de lobo negro con los ojos azules, y volví a sentir que era feliz y flotaba como las nubes, jugué durante horas con aquel cachorrillo, y cuando me quise dar cuenta aquellas voces de mi cabeza se habían perdido, ¿Cómo podía ser que algo tan complicado el día anterior, hoy fuese tan sencillo?, ¿Cómo podía ser que fuese tan poderosa la inocencia de aquel cachorrillo?, y sin quererlo la burbuja regreso a al orilla y pude elegir si necesitaba perder de nuevo la memoria o afrontar aquella vida, y solo con la duda de pensarlo desapareció la burbuja, y con ella aquel cachorrillo que en su despedida me dejaba una burla. Fue entonces cuando comprendí lo sucedido, ni yo era un desconocido, ni estaba perdido, simplemente había tenido las riendas de mi vida por un instante, y decidí que esa sería mi tarea de aquí en adelante.

Retomé de nuevo el camino de vuelta por tercera vez, hasta que de nuevo a la niña del vestido pude ver, ella expectante intento darme explicaciones, la callé diciéndole que ese vestido le quedaba más bonito que cualquiera de sus pantalones, que adoraba su belleza y aquella sonrisa tan bonita, y que ella tan cariñosa y bella era la mujer que cualquier hombre necesita.

Y cuando volví a ver aquella mundana gente, solo tuve que mandarlas callar cuando las criticas y los juicios volvían impacientes, les conté que había aprendido a caminar descalzo, y que no era necesario que todos me siguiesen ni me hiciesen caso, que tenia solo dos manos para andar el camino, que una era para la mujer del vestido y otra para un único y verdadero amigo, y sin dudarlo señale a quien había permanecido callado todo el tiempo, ante la elección él siguió callado aunque termino sonriendo.

Nadie se lo explicaba, todos estaban perplejos, aquel no era el mismo yo, aunque tampoco era más viejo, nadie sabía que había sucedido, y ante tal falta de explicación, de locura mis pasos quedaron definidos, tacharon de incorrectas mis decisiones y me juzgaron con prejuicios y envidia, mientras seguían maltratando el mundo con sus lenguas como balas perdidas.

Fue entonces cuando mi mujer y mi mejor amigo me miraron, y a ellos si que les debía una explicación, les conté cual simple era el secreto y lo vano de mi confesión, “Aquel que volvió de la burbuja no era ningún loco desconocido, ni siquiera alguien que estaba perdido, era nada más y nada menos que yo, siendo yo mismo, feliz y sordo a las malas lenguas como al ruido”.

Por eso deja que el cachorro te haga sonreír, que la hierba en los pies te haga cosquillas, y recuerda que siempre podrás volver sobre tus pasos, en busca de una explicación a esa ciudad nublada y sin salidas, que no hay mayor placer que descubrirse a uno mismo, y que el resto de personas, salvo la gente que te quiere, son simples voces en el camino.

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