Estoicamente soportó, cada golpe que la vida le asestaba,
pero un domingo de pronto recordó, que todo por un instante se vuelve nada,
soñaba con proteger a princesas, de sus propios miedos y de la agresiva vida,
sin percatarse de que a él, nadie lo guardaba de sus propias heridas.
Inteligente, emocional, sensato y activo, siempre supo llenar de felicidad cada
momento que se mantuvo vivo, buscó incansable aquello que le hiciese crecer, e
inevitablemente tuvo que aprender a perder. Las mujeres nunca fueron un problema,
tenía dotes en la cama y la conquista, pero el amor seguía siendo asignatura
pendiente, en los inviernos de su vida, cuidó tanto como le hubiese gustado que
lo hubiesen hecho con él, pero una vez más, le tocó perder.
Se armó de paciencia e intentó respirar aquello que sentía,
pero hay años de vidas insulsas y sentimientos perfectos en tres días, tan
claro como que como observador es eficiente, tan cierto como que nadie sabe lo
que el charlatán por mucho que hable siente.
La vida es así, decía la canción, hay veces que a las ganas
de volcar el mundo, las sustituye la resignación, no se puede luchar contra
aquello que no nos pertenece, y hay que arriesgar aunque el corazón termine
magullado una y mil veces.
Solo se puede contar la mitad de su historia, porque el
resto esta por llegar, siempre prefirió escribir sus memorias, antes que verse
llorar, la vida ha sabido devolverle cada momento que le ha robado, pero antes
casi de empezar, este cuento se ha acabado.
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